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¡Hay que volverse un niño!
En menos de 3 años los niños conocen perfectamente el sonido de todas las palabras y pueden hablar practicamente de cualquier cosa en su lengua natal. Y sobre todo pueden hacerlo sin esfuerzo.
"...La idea inicial de que debemos adquirir un nuevo idioma al igual que el niño aprende su idioma materno, es absolutamente acertada. Además, es indiscutible que el oído, y no el ojo, es el órgano físico que permite comprender un idioma, del mismo modo que nos aprovisionamos de alimentos por la boca, y no por el oído" (Charlotte Mason, Educación hogareña).
Es por eso que cuando uno se aproxima a estudiar un idioma, debe volverse un niño. La buena noticia es que el secreto del éxito en los niños es principalmente uno, y podemos aplicarlo tambien a nosotros los adultos. El secreto es jugar y divertirse aprendiendo sin miedo, conducido por profesionales competentes y ejercitando la constancia para los momentos difíciles del aprendizaje.